"El amor es lo que mueve el sol y las demás estrellas" - Dante Alighieri (Divina Comedia).
Cuando alguien menciona la palabra “amor”, se piensa de forma inmediata en aquel que nace de las relaciones en pareja. No obstante, hay otro tipo de amor que fluye en el resto de las relaciones sociales, así como con la familia y con los amigos. Este segundo, suele esconderse tras el valor del respeto y el sentimiento del cariño, está presente en los gestos desinteresados y funciona como motor que mueve el mundo; es también el amor de Dios.
Si hay algún lugar en el que haya vuelto a ser consciente de su alcance, por haberlo experimentado de manera más palpable, ha sido realizando un voluntariado en Estados Unidos. Algunos llegaban allí y eso era lo único que tenían. Llegaban sin dinero, sin trabajo o sin hogar. Cada uno desde un lugar diferente y sin embargo todos con lo mismo que ofrecer: amor, ayuda y dedicación. Pero lo que ocurría realmente era que ese amor lo terminabas recibiendo tú también y cuando rompía en tus brazos, te dabas cuenta de que tal vez lo necesitabas más de lo que hubieses creído. Es comprender que a las personas hay que mirarlas a los ojos y nunca por encima del hombro. De este modo, conseguiremos aprender de todos aquellos que nos rodean, a empaparnos de cada una de sus enseñanzas y a contagiarnos de su forma de pensar.
Antes de marcharme de Madrid les dije a mis amigos que el tiempo no curaba nada, que lo que de verdad curaba era el amor. Ahora que he vuelto, no solamente me atrevo a decirlo, si no también a confirmarlo. Lo pude comprobar también al leerme Crimen y Castigo de Fiódor Dostoyevski. A su protagonista Rodión Románovich, joven estudiante que vive en un cuchitril sin apenas recursos, lo que le faltaba en su vida para ser feliz no era más dinero, a pesar de que el así lo creyese. Llega incluso a cometer un crimen para conseguirlo y cuando lo obtiene ni si quiera es capaz de utilizarlo. Porque su vida, vacía y apagada, triste y desolada, solo logra volver a encenderse cuando por fin se siente querido. Solo consigue darle un sentido cuando deja que entre en ella el amor de Dios.
“Nadie puede morir si ha sido amado, porque el amor es la inmortalidad, mejor dicho, es ser dioses y nadie de los que aman morirá, porque el amor convierte lo que vive en sustancia de Dios” - Emily Dickinson